Al entrar la sala estaba vacía. Era verdad que ésa habitación tenía más plazas y en realidad era mucho más amplia: más estanterías, más cajoneras, dos armarios, más camas… Esperamos allí a que llegaran Alba y Maitane, que llegaron unos veinte minutos después. Aunque se sorprendieron un poco, Bequi les había avisado de que alguien ocuparía su habitación durante un tiempo, lo que no les dijo fue quiénes éramos. Nos pusimos cómodas, dejamos nuestras cosas y cuando ya estuvimos instaladas ya era hora de volver a clase porque eran las cuatro y media, más o menos. A mí me tocaba francés, igual que a Lucía y a Alba. Maitane iba a ayudar a la biblioteca cando no tenía clase y cómo aquella hora era opcional pues se dirigió a su rincón del campus favorito. Ruth en cambio, había desaparecido cuando salimos de la habitación, así que pensamos que estaría haciendo deberes en la cafetería. Y, efectivamente, cuando terminamos francés, nos dirigimos a la biblioteca para recoger a Maitane, que llevaba toda la tarde allí encerrada y se merecía salir a tomar el aire un poco, cómo todas, nos encontramos a Ruth saliendo de la cafetería junto a Mary, que era una compañera de clase. Era rubia y tenía los ojos negros. Su boca siempre expresaba una enorme sonrisa. Siempre llevaba sus gafas de sol y medio brazo cubierto de pulseras de colores. Habían quedado para estudiar biología y química y cómo coincidimos pues decidimos arreglarnos un poco y salir.
11 abr 2011
Al bajar del avión
(5)
Etiquetes de comentaris:
al bajar del avión
4 abr 2011
Al bajar del avión
(4)
Poco tiempo después, ya estábamos habituadas al ambiente de los estudiantes, a estar pegadas a Londres y a hablar 24h al día en inglés, aunque entre nosotras y con nuestros otros amigos hablábamos castellano. De pronto nos informaron de que tenían que hacer unas reformas en nuestra habitación, pero no especificaron para qué ni qué harían, por lo tanto, cogimos todas nuestras cosas y nos fuimos a encontrar a Rebecca. Rebecca había estudiado antes allí, en realidad, sólo tenía 22 años, así que le cogimos confianza el primer día. Cuando la encontramos, en la biblioteca, le comentamos lo que había pasado y, rápidamente llamó a la recepción. Teníamos que dirigirnos allí para que nos asignaran otra habitación. La recepcionista nos atendió y nos preguntó si había alguien en la residencia de chicas que nos caía especialmente bien. Lucía, que era más atrevida, extrovertida y no le hacía vergüenza nada, iba delante, así que respondió ella. Nuestras mejores amigas eran, aparte de nosotras, que parecíamos una, Maitane y Alba, que compartían dormitorio, pero, ésa habitación, tenía seis plazas, así que, estando todas allí, sobraría una cama. La recepcionista no encontró ningún problema en que compartiéramos paradero durante unos días con ellas si era lo que preferíamos, nos dio las llaves y llamó a Rebecca (nosotras, que le teníamos confianza le llamábamos Bequi) y le informó de los cambios para que no se sorprendiera de de que saliéramos y entráramos como si nada de ésa habitación. Poco después llegamos frente a la puerta de nuestra nueva habitación, la 236.
Etiquetes de comentaris:
al bajar del avión
Suscribirse a:
Entradas (Atom)